Carta de un gran filósofo y educador argentino
Eduardo Cazenave
De repente, nos quedamos en casa.
Y las casas se convirtieron en oficinas, (home office) Y se transformaron en aulas, (home schooling) En guarderías, jardines de infantes, primarios, secundarios, universidades Gimnasios, salones de baile, peluquerías, escuelas de cocina, plomería, jardinería, servicio de lavado, limpieza, (y la lista sigue) Todo al mismo tiempo, y sin tiempo de prepararnos.
Con lo que queda, a veces, nuestras casas también son hogares
Quedate en casa, ¿pero que quedó de casa?
Necesitamos pensar juntos. Tenemos tiempo
Nada es lo mismo, y pretender que lo sea solo va a lograr que hagamos todo mal, o que enloquezcamos en el camino.
Los trabajos no son lo mismo.
En el trabajo no tengo que ocuparme de los chicos, darles de comer, bañarlos, revisar sus tareas, ayudarlos a hacerlas, hacer de maestra de matemática, geografía, inglés, computación, educación física, arte, etc.
La escuela no es la misma.
Los maestros no tienen a sus propios hijos que atender mientras enseñan, planifican y corrigen. Y los alumnos están muchas horas en el colegio, en un ambiente que los ordena, los acompaña, los motiva, les enseña, los observa, los evalúa.
En las casas, los padres no siempre saben enseñar todo lo que los docentes saben. No saben qué, no saben cómo, no saben para qué.
No tienen todos los recursos, ni la preparación, y muchas veces, tampoco tienen ni tiempo ni paciencia.
Tienen un hogar que mantener, un trabajo que cuidar, una familia que proteger
Nadie nos enseñó a ser padres en cuarentena.
Nadie nos enseñó a ser hijos en cuarentena.
Nadie nos enseñó a ser maestros en cuarentena.
Nadie nos enseño a ser alumnos en cuarentena.
Es, por lo tanto, tiempo de aprender.
Si todo es distinto, habrá entonces que cambiar todo. Habrá que aprender todo.
Y si es tiempo de aprender, es entonces el momento oportuno, el Kairós, de la escuela.
Puede dejar pasar este llamado, pretender mantener una normalidad que no existe.
Puede quedarse pasivamente en el lamento o la queja, y ser un factor más de stress, de preocupación, de queja e incertidumbre, simulando una continuidad del aprendizaje dentro de una discontinuidad de la vida diaria mundial.
O puede ser quien lidere el cambio, quien entienda y decodifique este nuevo paradigma Quien lleve nuevos aprendizajes a las familias, quien ayude a comprender lo incomprensible, a tolerar lo que parece intolerable, quien haga que todos salgamos sanos y mejores, que hayamos crecido.
La escuela pueda ser la que logre que, en cada casa, quedarse haya valido la pena.
Es tiempo de aprender.
Es entonces, tiempo de enseñar.
Quedate en casa. Y aprendamos juntos a ser mejores personas.
Eduardo Cazenave